martes, 6 de mayo de 2008

Seis de Mayo

Un día como hoy, hace ya nueve años, un acontecimiento produjo un gran dolor entre mi familia. Partía uno de sus grandes pilares, la persona que sostenía emocionalmente al grupo familiar con la fuerza y entereza propia de una mujer de campo. En lo particular, nunca he sentido una tristeza más grande como aquella vez. Se iba no sólo mi abuelita, madre de mi madre, sino que también mi refugio, mi confidente y mi consejera, la que siempre tenía una palabra amorosa y de aliento cuando llegaba con mis problemas a contárselos. Aún me recuerdo acurrucada en su falda, gozando de su olor a comida y a fuego mientras escuchaba sus historias de juventud.
Pese a que ha pasado harto tiempo desde que murió, todavía se siente el vacío y regularmente sueño con ella y con la despedida que no alcanzamos a tener. Como homenaje para ella, quiero copiar unos versos que le escribí aquel día 06 de mayo de 1999; aunque, en realidad, más que poema creo que fueron sentimientos que se desgarraron en un simple papel de cuaderno y que lograron sacar finalmente todo mi dolor.

Seis de Mayo

I

Ya no estás, pero todo lo que toco se parece a tí.
Aquí están tus cosas,
el horario de tus pastillas pegado a la pared, el algodón y la pomada para las friegas.
Tu cuerpo está allá afuera como en vitrina
pero no te siento porque ya no me puedes mirar con tus ojos de alma hermosa.
Dale un beso a Dios de mi parte,
míranos de vez en cuando desde arriba
para que veas como sigue tu descendencia.
De seguro la vida seguirá, las horas mudas pasarán y también los años,
pero si una vez te bauticé como Eterna
es porque seguirás aferrada a mí como recuerdo porfiado,
y yo te seguiré llamando
como humilde eco surgido desde las montañas que te vieron crecer.

II

Cuando alguien parte
debería irse con todo lo suyo:
con su rincón preferido, con su risa, con su tos.
Cuando alguien parte
debería llevarse hasta sus pisadas que aún suenan en el corredor,
su cama, su olor amentolatado,
esa luz que la iluminaba desde su ventana.
Cuando alguien parte
debería primero quemar las lágrimas
de aquellos que la aman.
Cuando alguien parte,
deja esta ausencia punzante y dolorosa.
Y me consuelo diciendo que al partir, quien parte,
deja este recuerdo precioso
de su semblante sereno.
deja sus ojos para volver a mirar,
su risa y su tos para ser escuchada nuevamente,
su rincón absoluto para ser llenado
sólo con su presencia tan ausente.

III

Mujer fuerte,
aunque estas líneas que escribo en tu descanso fúnebre
no puedas ya leerlas,
sé que tu corazón fatigado absorberá mis palabras
las que sólo pueden decirte que te amo
aún más allá de esta partida.
Mujer, madre y abuela de estos campos urbanizados,
en esta despedida te quedarás siempre conmigo
aunque a tu cuerpo hoy yo lo despida.
Ve a criar a tus hijos que te esperan en el cielo.
Ve y abraza a tus hermanos y a tu madre,
Al abuelo que nunca conocí también
y besa fuerte a Dios y pide por quienes se quedan en la tierra.
Abuela, espero con ansias el día en que podamos reunirnos,
espero tu abrazo cálido,
tus manos tibias y ese beso que quedó pendiente todo este tiempo.
Te amo y en esta despedida quiero agradecerte
por haber sido así como fuiste,
así de simple, así de Abuela.

martes, 1 de abril de 2008

Cambio de casa y de vida

El pasado domingo ayudé a mi mamá a cambiarse de casa. Un trabajo titánico que empezó días antes con el embalaje de todo lo que se había acaparado por más de 15 años. Y fue realmente agotador. Es increíble todo lo que uno llega a juntar cuando vive en un lugar por tanto tiempo.

Después que ya pasó todo el ajetreo de la mudanza y con más tiempo para procesar todo, me dio un poco de nostalgia a pesar que ya no vivía en la casa materna hace hartos años. Porque de partida, uno no sólo acumula objetos con y sin valor, también junta recuerdos, muchos de ellos que quedaron esparcidos por cada rincón del que llamaste infinitas veces "tu hogar". Y por más que al cambiarte de casa traslades todos los muebles y las cosas, aún pernoctan los cachureos varios que hacen que uno se remonte a la adolescencia, cuando un simple papel de chocolate regalado por alguien que te gustaba o por tu mejor amiga eran dignos de ser atesorados. O ese lugar predilecto del patio donde solías encontrar a tu sobrino jugando con palos, botellas o lo que encontrara en el camino. O la pieza en la que muchas veces viviste tus días y noches de soledad, pensando, elucubrando miles de historias que después las escribías en servilletas u hojas papel roneo. O el olor a pan tostado que salía de la cocina y que nos despertaba en las mañanas o el de la comida que mi mamá preparaba los fines de semana.

Tantos recuerdos, tantos sentimientos y emociones que no puedo dejar de repasar. Sorry, me puse media mamona pero es lo que hay. Debería hacer como mi madre que un día llegó con la idea de vender la casa y de comprarse una nueva pero en otra ciudad, porque quería más que cambiar de casa, cambiar completamente y olvidar sus malas rachas, a malas personas y dar vuelta una página importante de su vida. De hecho, cuando cerró su ahora ex casa por fuera, no miró atrás y dijo que no lo necesitaba porque ahora quería sólo mirar hacia adelante. Y viéndolo desde ese punto de vista, siempre es bueno no quedarse pegada y saber también que los hogares lo hacen las personas y no las viviendas físicas. Lo que es yo y como buena cachurera que soy, voy a seguir conservando mis recuerdos en mi mente (ya que no me dejaron conservar mi caja de "memorabilia" con agendas, cuadernos y papeles antiguos), porque también son buenos para nunca olvidar quiénes fuimos y de dónde venimos.

viernes, 18 de enero de 2008

¿Soy una periodista frustrada?

Hace poco conté que si retrocediera 10 años atrás pensaría más de una vez sobre la decisión que en ese momento estaba tomando para mi futuro profesional. Me refiero a estudiar periodismo. Y es que con escasos 18 años no pude dimensionar lo que me esperaría después. Si bien la época universitaria fue bastante agradable donde aprendí no sólo en la aulas sino también fuera de ella, a conocer realidades distintas a las mías y, por ende, a salir de mi burbuja de niñita sureña; lo que vino luego de la titulación me dejó el ánimo por el suelo, ya que fueron varios meses de aplanar calles dejando curriculums, aceptando trabajos esporádicos y colaborando en medios de comunicación que poco y nada pagaban. Y todo porque no tenía ningún contacto "groso" que me llevase a alguna empresa a trabajar, haciendo gala del ya institucionalizado "pituto". Ni tampoco contaba con los pomposos apellidos que a veces para las personas que contratan son mucho más importantes que las capacidades del postulante.

¿Por qué toda esta perorata resentida? Porque no soy solo yo la que pasó o pasa por esto, pues es un hecho que el panorama no es alentador para la mayoría de los periodistas que año tras año se titulan de las universidades. El mismo Colegio de Periodistas ha lanzado una campaña para que los chicos que deben elegir qué y dónde estudiar en marzo próximo, puedan informarse sobre esta carrera y las posibilidades reales que tienen de trabajar cuando salgan.

Por recoger algunos datos, en Chile existen 12.000 periodistas titulados en total, de los cuales más de 8 mil tienen menos de 35 años y para el año 2008 "se ofrecen 50 programas de periodismo en 36 universidades (en 1973 la impartían sólo cuatro universidades), las cuales en total ofrecen 1.880 vacantes para estudiar esta carrera... Cada año se titulan alrededor de 950 nuevos periodistas cada año", se puede leer en la página web. Por otro lado, un estudio reciente hecho por la Universidad Adolfo Ibáñez y patrocinado por el Consejo de Educación Superior, indica que a los dos años de titulados, un 20% de los periodistas están cesantes (1 de cada 5). Del 80% que tiene trabajo, un 44% no trabaja como tal, considerándose que la mayor parte de ellos se encuentran en categoría de subempleados de acuerdo con su calificación. A los dos años de titulados, entre los periodistas que tienen trabajo, el 56,7% gana menos de 400 mil pesos mensuales brutos y el 19,3% gana menos de $200 mil mensuales bruto.

Ese es el panorama. Un mercado saturado y con la mayor cesantía profesional del país. Lo malo es que esto lo saben los empresarios y dueños de medios y, por ende, saben que somos nosotros los que debemos ajustarnos a sus condiciones, porque como una vez mi jefe me dijo "yo levanto una piedra y me salen mil periodistas que están dispuestos a trabajar por 200 lucas". Un descaro y una falta de respeto, sin duda.

Así que apoyo la campaña del Colegio de Periodistas y es más, creo que el gobierno debería también hacerse parte y cerrar escuelas de periodismo u obligar a estas universidades a publicar junto con sus anuncios publicitarios y mallas curriculares, los índices de cesantía por profesión ofrecida. Además, se debería dar la posibilidad de obtener un segundo título en programas especiales de no más de un año (aunque sé que suena a ciencia ficción) a los que ya estamos titulados.

Por último, veamos la cuota de responsabilidad que nos cabe en esto, ya que es verdad que muchas veces aceptamos bajos sueldos sólo por tener trabajo y no valoramos que nos sacamos la cresta cinco años estudiando al igual que un ingeniero comercial o cualquier otro. ¿Y si nosotros mismos subvaloramos nuestra profesión, no es lógico que los demás lo hagan? Así que hay que cambiar el switch y apoyarnos como gremio, porque andamos todos dispersos y despotricando por separado. Aunque claro, también hay que reconocer que la fuerza que tiene el mismo Colegio ni se compara con la del Colegio Médico o con el de los profesores, lo que se nota con sólo el poder de congregación para colegiar (que es mínimo). Si esto cambiara, quizás otro gallo cantaría.

Ahora, si yo me hubiese informado de la precaria situación del periodismo hace 10 años, no hubiese entrado a la carrera.