martes, 1 de abril de 2008

Cambio de casa y de vida

El pasado domingo ayudé a mi mamá a cambiarse de casa. Un trabajo titánico que empezó días antes con el embalaje de todo lo que se había acaparado por más de 15 años. Y fue realmente agotador. Es increíble todo lo que uno llega a juntar cuando vive en un lugar por tanto tiempo.

Después que ya pasó todo el ajetreo de la mudanza y con más tiempo para procesar todo, me dio un poco de nostalgia a pesar que ya no vivía en la casa materna hace hartos años. Porque de partida, uno no sólo acumula objetos con y sin valor, también junta recuerdos, muchos de ellos que quedaron esparcidos por cada rincón del que llamaste infinitas veces "tu hogar". Y por más que al cambiarte de casa traslades todos los muebles y las cosas, aún pernoctan los cachureos varios que hacen que uno se remonte a la adolescencia, cuando un simple papel de chocolate regalado por alguien que te gustaba o por tu mejor amiga eran dignos de ser atesorados. O ese lugar predilecto del patio donde solías encontrar a tu sobrino jugando con palos, botellas o lo que encontrara en el camino. O la pieza en la que muchas veces viviste tus días y noches de soledad, pensando, elucubrando miles de historias que después las escribías en servilletas u hojas papel roneo. O el olor a pan tostado que salía de la cocina y que nos despertaba en las mañanas o el de la comida que mi mamá preparaba los fines de semana.

Tantos recuerdos, tantos sentimientos y emociones que no puedo dejar de repasar. Sorry, me puse media mamona pero es lo que hay. Debería hacer como mi madre que un día llegó con la idea de vender la casa y de comprarse una nueva pero en otra ciudad, porque quería más que cambiar de casa, cambiar completamente y olvidar sus malas rachas, a malas personas y dar vuelta una página importante de su vida. De hecho, cuando cerró su ahora ex casa por fuera, no miró atrás y dijo que no lo necesitaba porque ahora quería sólo mirar hacia adelante. Y viéndolo desde ese punto de vista, siempre es bueno no quedarse pegada y saber también que los hogares lo hacen las personas y no las viviendas físicas. Lo que es yo y como buena cachurera que soy, voy a seguir conservando mis recuerdos en mi mente (ya que no me dejaron conservar mi caja de "memorabilia" con agendas, cuadernos y papeles antiguos), porque también son buenos para nunca olvidar quiénes fuimos y de dónde venimos.