martes, 15 de mayo de 2012

Taberna del Infierno

Esa hoja inerte que se vuelve viva mientras la sangre corre a su merced. Es el cuchillo del verdugo que llega una vez más a cobrar lo que se debe y a gozar el dolor que es lo único que cabe en su puñal.
Cuantas vidas llevadas a las oscuras tabernas del infierno, llamaradas que corren a recibir a los imbéciles que se cruzaron en su camino: borrachos, simples danzantes entre medio de ladrones y asesinos. Todos en una mezcla amoral que buscan salidas o quizás expiaciones de sus pasados inconclusos.
La sangre. Es lo que ahora veo que sale a borbotones, roja, pura, hasta sublime. La siento en todo el cuerpo y la boca se llena de sabor metálico, quitándome el aliento.
Ya no hay nada porqué luchar. Sólo me siento a esperar llegar adonde todos van. Con la mirada cansada, sin esperanzas y tal vez un pensamiento que se va para una madre que ahora está perdiendo a uno de sus hijos y aún no lo sabe.
Se acabó. El sufrimiento lo llena todo. Dolor. Rojo por todos lados. Luego paz.

Precipicio

Desde el precipicio no te puedo ver pero sé que estás esperando, acechando, como una fiera oscura y aterradora que lanza sus garras invisibles, que desea que tropiece para tenerme nuevamente. Sí, tengo claro que me extrañas.